Hoy, cuando por fin me has dejado pensar; sin dejar de dar vueltas en mi cabeza
Me doy cuenta de lo instalado que estas en mi pecho, que es más certero que llegue a irme primero yo misma
antes que tú,
Que los mares de mis adentros
Susurran tu nombre
En el va y ven de sus olas, al igual que los docientos caballos junto a mi pecho,
Que insisten en salir cada que estas cerca.
Te imagino a mi lado, y te extraño, todo el tiempo, a todas horas,
Sin evitar pensar que alguien más este deseando tus ojos,
Con la misma intensidad
con la que escribo de ellos. Esos con los que tú me miras
Y me desvistes el alma.
Que tu calor corporal se ha vuelto tan necesario
Como el aire que respiro,
Que tus abrazos son tan comodos,
Que ya los siento parte de mí.
Me enamoras más que la poesía, y me gusta tenerte tanto como a mis libros, o a mi colección de rosas secas,
Que somos tan reales como estas lineas, estas lineas que escribo a las tantas horas de la noche,
Miro nostálgica la ventana,
Lo bello y tragico de las calles del pueblo desiertas,
Consoladas por el aire que empieza a ser enfriarse, preguntándome porqué el lapiz
Desease que te escribiese a esta hora, al parecer mi almohada entiende lo que te sueño, ¿porque las madrugadas nos hacen tan vulnerables?
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